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PASADO IMPERFECTO


Va a llegar tarde.

Está viendo desde el cristal de la cafetería cómo corre para no dejar escapar el autobús que ya se aleja de la parada. No lo consigue y se queda en mitad de la nada, como una niña pequeña con una rabieta por no haber conseguido el caramelo que quería.
Se gira y sus miradas se cruzan. Nota una sensación extraña, de algo ya vivido, de un recuerdo intentando abrirse camino hasta el presente.
Aparta los ojos y vuelve a concentrarse en su café.

A veces lo mejor es dejar las cosas donde están, como el humo que se eleva de algo caliente, como la lluvia que empieza a caer con rabia desde las nubes, como un amor que ya nunca podrá volver a ser.

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Siento frío. Mis manos no dejan de temblar. Basta. Ya.
Respira y aléjate. Deja de pensar en lo que has hecho, tan solo es una persona más que tachar en tu lista de futuros cadáveres.
Un trabajo como cualquier otro. Una historia menos de la que preocuparse.

Pero... ¿y cuándo sean más nombres los que aparezcan en esa lista? ¿Y si es el suyo?

A veces me canso de esta letanía de días, a veces de verdad me gustaría ser al que quitan de en medio. 

Mientras tanto lo único que me queda es seguir así: apagando almas, ahogando vidas.

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Barrotes.
Alas.
Todo acaba dando igual
si la libertad remata la jugada.

Nos dicen que un pájaro que vive en una jaula cree que los que están fuera de ella son los raros.

Si nunca sabemos lo que hay al otro lado, siempre estaremos encerrados, en nuestra propia mente y en nuestro propio cuerpo.
Da igual las veces que aspiremos a romper los barrotes, muchas veces los límites somos nosotros mismos.

Matar los sueños de un disparo.
Arrancar las plumas de un soplido.
Limar las garras con una mentira.

¿Y si probamos a volar sin que importe nada más?

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Que felicidad es que se duerma entre tus brazos, sin preocupaciones y sonriendo mientras sueña.

Y que empiece a sonar una de vuestras canciones y querer que despierte a besos, pero no hacerlo por seguir viendo cómo duerme.
Notar su calor enroscado en cada parte de tí, el peso de sus brazos sobre tu pecho y su respiración a la altura del cuello.

El cosquilleo que provoca sonrisas cada vez que expulsa el aire de sus pulmones.

Pensar que estas enamorada, hasta las trancas y sin remedio, y que aún así no te importen nada los tópicos.

Que eres feliz, y que le den al resto del mundo.